
¿Has pensado alguna vez por qué la memoria te ayuda a no recordar los momentos malos tan bien como los buenos?
¿Por qué siempre se olvidan los detalles negativos de alguna situación de tu pasado convirtiéndola en algo nostálgico, pero no triste?
Aunque no es una regla general, suele pasar eso. Que nuestra mente es sabia y olvida los pequeños contratiempos de tu vida y se queda con sensaciones placenteras.
Incluso cuando has tenido un momento de miedo o estrés, del cual pensabas que no ibas a salir, al pasar el tiempo lo recuerdas tranquila e incluso con risas al describir la situación.
En estas líneas veremos porqué la memoria es emocional y se ayuda de los sentimientos que te provoca una situación para recordarla mejor o peor.
Y cómo podemos beneficiarnos de eso para convertir un día malo en otro un poco mejor.
Que es la memoria emocional
La memoria no es neutra.
Cada recuerdo ocupa un espacio en tu cerebro, en las cajitas que tenemos en el.
Pero la emoción distorsiona algo ese recuerdo, tanto para bien como para mal.
Según William James, uno de los padres de la Psicología, los eventos con una carga emocional dejan una cicatriz en tu cerebro, y hacen que tu cerebro esté en forma.
Es decir, que si hay situaciones en la vida cotidianas, en las que “no pasa nada extraordinario”, lo más probable es que no las recordemos. Que nuestra memoria no trabaje.
¿No te pasa muchas veces que vas conduciendo como un acto mecánico y cuando has llegado al final de una avenida te preguntas: estaban los semáforos en verde? ¿ me habré saltado alguno? porque ni te has fijado conscientemente en los semáforos.
A mí sí.
Eso quiere decir que mi mente lo tiene tan automatizado que ni se fija en recordar una situación.
O cuando sales de casa y dices ¿he cogido las llaves? porque lo haces sin ni siquiera pensarlo.
Pero si cuando estás cogiendo las llaves resulta que oyes un grito en el ascensor que te paraliza y sientes miedo o al menos inquietud en qué habrá pasado, ya no dudas que justo cuando estabas cogiendo las llaves oíste un grito, ¿verdad?
Ahí entra nuestra mente a retener ese momento porque la emoción que sientes ayuda a retenerlo.
Eso ya lo sabes y no hace falta que te lo cuente yo.
Pero a lo mejor no sabes cómo pasa y por qué ayuda a ser más feliz.
Hay un mecanismo, que se conoce en Psicología como terapia de la Reminiscencia que se usa sobre todo en adultos mayores y en tratamiento de la demencia para activar el cerebro y en concreto la memoria.
A través de ella se ha demostrado que la reminiscencia está condicionada por el humor. Así, cuando estamos tristes, solemos tener pensamientos negativos y recordar situaciones dolorosas del pasado, o sea que la memoria de esos recuerdos intensifica nuestra tristeza.
Y por otro lado, cuando estamos contentos, satisfechos o agradecidos, nos resulta más sencillo recordar experiencias placenteras, y agradables.
Nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, por tanto, ayudan a que aparezcan pensamientos y recuerdos negativos o positivos.
Porque la memoria es selectiva y se queda con lo positivo
Nuestra mente es sabia.
Ya lo he dicho antes, pero me parece importante recalcarlo.
Si nos quedáramos con los recuerdos de las experiencias negativas tendríamos un gran peso emocional y mucho estrés acumulado a lo largo de nuestra vida.
Y eso nos podría llegar a bloquear y estancar en el miedo a que se volviera a repetir.
Y eso no lo resistiría la mayoría de las personas.
Así que lo que hace nuestra memoria es retener más los recuerdos positivos que los negativos.
Y a los negativos les suaviza las sensaciones que tuvimos y se queda con la parte más bonita .
Un ejemplo de ello es el llamado efecto del pico final del cual habló el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman.
El decía que solemos valorar más positivamente aquellos acontecimientos con un final feliz, no importa de qué tipo se traten.
Y cuando la experiencia es mala, el tiempo suele convertirla en una buena historia que contar. Y tenemos que aprovecharnos de eso.
La psicóloga Dafne Cataluña, fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva explicó, hablando sobre este tema que “Cuando traemos a nuestra mente imágenes o estados de ánimo de momentos anteriores que han sido agradables para nosotros, a nivel neurológico nuestro cerebro está experimentando prácticamente la misma calidad de la emoción”
También habla Dafne Cataluña que las experiencias vienen al presente a través de los sentidos, de olores, cosas que se parecen, texturas. Todo eso te lleva a una emoción, y además te hace tener el cerebro activo en distintas zonas.
Por eso para tener una mente sana y luchar contra el envejecimiento neuronal, es tan importante trabajar la memoria.
Uno de los aspectos que hay que tener en cuenta con respecto a los recuerdos es que tienen connotación social.
Es decir que normalmente los vives con alguien.
Y hay veces que al tener un recuerdo negativo con esa persona te aparta de ella y te provoca tristeza o emoción negativa el pensar en ella o el verla.
Así que trabajar ese recuerdo para convertirlo en positivo te ayudará a recuperar esa relación o , al menos, a no tener a esa persona como alguien negativo en tu vida.
Lo cual no nos aporta nada y además te incita al rencor. ( Por eso siempre digo que es tan importante perdonar Ver mi artículo sobre el perdón para profundizar sobre ello)
Añorar el pasado no solo no es malo, sino que puede convertir un mal día en uno bueno. Y, con suerte, crear un recuerdo mejor para el futuro.
Como podemos trabajar con la memoria para ser más felices
Investigando material sobre la memoria, he descubierto a Meik Wiking, danés, y uno de los creadores del Instituto para la búsqueda de la felicidad.
Entre varios libros interesantes que ha escrito, hay uno, El arte de crear recuerdos, el cual os recomiendo, en el que habla sobre métodos y consejos para lograr el objetivo de completar nuestro álbum de buenos recuerdos. Y porqué la memoria nos hace más felices.
“La investigación sobre la felicidad sugiere que las personas se sienten más felices con sus vidas si tienden a albergar una perspectiva positiva y nostálgica del pasado. La nostalgia es una emoción humana universal y antigua y, en el presente, los académicos de todo el mundo están estudiando cómo puede generar sentimientos positivos, reforzar nuestra autoestima y aumentar nuestra sensación de ser amados. Esto significa que la felicidad a largo plazo puede depender de nuestra capacidad de crear un relato positivo de la propia vida.”
Para eso es importante mantener el cerebro en forma. “La memoria es como un músculo” nos recuerda Wiking, recomendando distintos ejercicios para ello, como recuperar por intervalos la información relativa a un acontecimiento
Otra técnica para ayudar a nuestra memoria es el palacio de la memoria, o método de loci consistente en asignar recuerdos a las diferentes estancias de un edificio imaginario para así convertir tu recuerdo en visual y hacer más fácil el traerlo al presente.
Además para la memoria es fundamental la atención plena, de la que ya he hablado que es muy necesaria para distintos aspectos de nuestra vida, como éste.
Es decir, que si en una situación concreta nos focalizamos en aumentar la emoción de una forma muy intensa, el cerebro acumulará los datos con más facilidad.
También podemos crear nuevos recuerdos en nuestras rutinas diarias si convertimos lo ordinario en extraordinario.
Por ejemplo si tenéis en casa una forma rutinaria de hacer las cosas, podéis cambiar esa rutina alguna vez y, seguramente, ese día se queda marcado en vuestros recuerdos. ( Aunque sea una noche distinta, en la que organicemos la cena en el comedor, donde nunca cenamos. Esa pequeña diferencia hace que recordemos esa noche, lo que tuvimos de menú, una conversación que sacamos, etc)
Otras sencillas tareas que podemos hacer para transformar nuestra relación con los recuerdos en los que nos hemos enganchado, es identificar las emociones implicadas, nombrarlas y cambiar el significado, no catastrofizando.
Podemos escribir una autobiografía positiva: del mismo modo que nos contamos quiénes somos condicionados por los hechos traumáticos, y nos dejamos llevar por el mecanismo de la catastrofización, podemos trabajar en intentar narrar esa experiencia desde el prisma de lo que te ha servido en tu vida, intentar sacar de ella la influencia positiva.
Construir un libro de recuerdos: a partir de fotografías, relatos, anécdotas, tanto propias como de personas con quienes se comparte la pérdida, podemos recuperar toda esa información y redactarlas en un bonito libro de recuerdos.
Conclusión
Añorar el pasado no es malo si se trabaja bien.
Nuestras emociones interfieren en nuestros recuerdos para bien o para mal, y tenemos que conseguir que las emociones positivas superen a las negativas en la memoria.
Hay distintas formas de conseguirlo, así que piensa si eres de las que tus recuerdos te hacen sentir bien o si por el contrario tienes “algunas espinitas” clavadas en tu memoria relacionadas con alguien de tu vida.
Siempre se puede suavizar y convertir esa experiencia pasada en un momento de aprendizaje.
Inténtalo, y cambiará tu sensación de felicidad.
Y por supuesto no dejes de ejercitar tu memoria cada día, es fundamental para prevenir demencias.
Déjame en comentarios cómo trabajas tu memoria, si tienes algunos trucos para tener tu mente activa.