
Si hay algo que nos bloquea en algún momento delicado de nuestra vida es el miedo. El miedo paralizante, el que no nos deja descubrir cosas nuevas y vivir distintas experiencias por no saber qué nos puede ocurrir. O el miedo excesivo a alguna situación, parecida a esa que ya vivimos en el pasado, y que nuestra mente lo ha transformado y enquistado y lo evitamos para no volver a esa sensación.
Sin embargo, podemos transformar ese miedo en un reto que nos motive como personas. Que nos ayude a nuestro crecimiento personal, y que sea un chute de autoestima, por haber podido superar situaciones que nunca nos hubiéramos imaginado antes.
Conocer tus miedos es el paso número uno para empezar a controlarlos. Veamos cómo puedes hacerlo.
Definir tu miedo
En este mes de noviembre seguimos con el #reto12mesesbienestar y, aunque parezca increíble, entramos en el mes once del año y, por lo tanto, en el aspecto número once del reto, que es trabajar tus miedos. Puedes leer esta entrada de hace unos meses, en la que ya hice una primera referencia a este tema Aprovéchate del miedo para seguir adelante
Antes que nada, necesitamos conocer nuestros miedos. Seguramente tú conoces los tuyos, pero hay veces, que los miedos verdaderos están ocultos bajo una coraza, o disfrazados de cualquier otra emoción que no conseguirás gestionar, hasta que no consigas llegar al miedo que hay debajo.
Ponte en una situación que te produzca miedo. Pero no un miedo común como el que podemos tener todos ante estímulos que tememos. Me refiero a ese miedo que tú sabes interiormente que no tiene sentido. Que cuando lo compartes con alguien, te gustaría que no te pasara, y no lo puedes remediar.
Una vez tienes esa situación en tu cabeza, intenta desglosarla en micromomentos y trae a tu presente las sensaciones que vives o has vivido cuando ocurrió.
Ese es tu primer paso. Hacer pequeño tu miedo. No es lo mismo decir “tengo miedo a hablar en público”, que “tengo miedo a quedarme en blanco en algún momento de mi charla”. Porque es más fácil trabajar tu miedo a quedarme en blanco con algunas actividades y entrenamiento en ello, que si lo dejas definido como miedo a hablar en público.
Hazlo, con miedo , pero hazlo
Puede que dentro de la situación completa de hablar en público haya micromomentos que no te producen miedo por sí solos, pero sólo pensar que te puedas quedar en blanco alguna vez, tu mente expande ese miedo a toda la situación hablar en público.
Este ejemplo lo puedes llevar a tus miedos personales. Lo que te da miedo puede ser un aspecto menor a todo el conjunto de la situación que defines como miedosa.
Así que en esta primera semana de trabajo de tus miedos, me gustaría que te dedicaras unos minutos cada día a pensar en lo que te produce miedo.
Anota en tu cuaderno de reflexiones diarias las situaciones que has vivido que te produjeron miedo. O esas otras que no has vivido, pero que temes que puedan ocurrir en un futuro y que te producen miedo. Intenta recordar al máximo esas situaciones, y definir si se han producido una o varias veces. Si las has evitado a partir de tus experiencias pasadas o si son situaciones que por tus circunstancias se producen a menudo o no.
Ahora visualiza tus sensaciones en esa situación e intenta describir lo que cambia en tu cuerpo y en tu mente ante ese estímulo. Míralo como si fuera la primera vez que ocurre esa situación. Sin juzgar lo que ocurre en ti. Intentando descubrir cada detalle y aprender cuáles son los cambios que ocurren. Sé compasiva contigo misma, sólo evoca los pensamientos y emociones y déjalos pasar. No te culpes por ello. (Te recomiendo que pruebes la técnica de Mindfulness para tener consciencia plena de tus miedos)
Anota también que necesidad tienes de superarlo. A lo mejor es un miedo que no te repercute en tu vida cotidiana. Por ejemplo si tu miedo es a las ballenas, por decir algo, y no tienes contacto con el mundo acuático, seguramente no te bloquee demasiado en tu vida. Pero si tu miedo es a volar en avión y resulta que tienes que coger un vuelo todas las semanas, por motivos profesionales, está claro que tendrás que trabajarlo.
Una vez hechas estas reflexiones, ya podrás empezar a pensar en cómo o dónde acudir para gestionar tus miedos.
¿Por qué sentimos miedo?
El miedo como respuesta ante un peligro, existe en todos los seres humanos y en los animales. Ese miedo es un sistema que mantiene tu organismo en alerta, para responder ante ese estímulo que amenaza. Se activa tu corazón, se acelera la adrenalina y la presión arterial. Y todo ello ayuda a huir de ese miedo, si es que hace falta.
También hay cambios en el funcionamiento cerebral, que hace que los miedos se vivan de forma distinta en cada persona. (Si quieres saber más sobre el circuito cerebral durante el miedo te recomiendo este artículo en el que lo describen claramente) Pero también entran en juego muchos otros aspectos propios de cada uno, como la seguridad en uno mismo, la educación en casa, los miedos que has visto como ejemplo en tus referentes y por supuesto, las experiencias vividas.
El problema, en los seres humanos, está en el miedo mental a algo que creemos un peligro, pero que en realidad no es una amenaza como tal. Lo que pasa es que una situación vivida en la que se produjo una amenaza te hace pensar que todas las posibles situaciones parecidas se conviertan en peligrosas sin serlo. O en un miedo excesivo y desmesurado ante un estímulo que activa tu sistema de alerta sin necesitarlo.
Por lo que nos puede llevar a evitar situaciones que nos hagan crecer y desarrollarnos personalmente. Convertirnos en personas poco motivadas a descubrir y aprender cosas nuevas o quedarnos en nuestra zona de confort, sin hacer cambios en nuestra vida, debido al miedo.
Siempre que este miedo no se convierta en algo patológico, que necesite un trabajo terapéutico, todos podemos mejorar nuestros miedos y demostrar a nuestra mente que son ilógicos y que no nos pueden dominar. Iremos viendo durante estos próximos posts, más profundamente este tema y cómo trabajarlo.
Conclusión
El miedo, como emoción necesaria para activar tu sistema de alerta ante un peligro, no es negativo. Es más, es necesario y se da en todos los humanos y animales.
El problema está si ese miedo se transforma en un pensamiento que te bloquea y no te deja avanzar personal o profesionalmente. Es ahí cuando hay que poner empeño en controlarlo.
Lo primero que necesitamos es definirlo, concretarlo en situaciones pequeñas que podamos entrenar. Y saber que no estamos confundiendo otra emoción con un miedo no reconocido a algo.
Así que te animo a que pienses si tienes miedos a algo y si necesitas trabajarlo.
Escríbelo en tu cuaderno de reflexiones, y si quieres déjanoslo en comentarios, ¡nos encanta leerte!