
Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo. Yo la primera. Y para nuestro propósito de tener actitud positiva hay que dejar las quejas.
Así que el primer objetivo para cambiar nuestra actitud es cambiar el foco de atención de las quejas a una afirmación distinta.
Vamos a buscar la forma de dejar la queja diaria de todo lo que nos pasa. Incluso del tiempo meteorológico, sí. “¡Que frío más horrible!, ¡que calor más insoportable…!” ¿te suena?
Vamos a trabajar cómo podemos deshacernos de esas afirmaciones negativas que son contrarias a lo que queremos conseguir: tener una actitud positiva.
La queja como forma de comunicarte
No es agradable convivir con una persona quejosa o quejica, se le puede llamar de las dos maneras. Ya sea en casa, en el trabajo o en una reunión de amigos. Te quita la energía. Es verdad que todos lo hacemos, es inherente al ser humano creo yo. Pero también es algo que se puede controlar, o al menos bajar la frecuencia de número de quejas por conversaciones. No es lo mismo que de cada 10 conversaciones que sacas una sea para quejarte, a que de cada 3 una sea para quejarte. ¿Verdad?
Siempre podemos hacer algo para conseguirlo. Para mí es como la diferencia entre preocupación y ocupación. Es algo muy parecido. Si quieres reducir la ansiedad en tu vida, sólo ocúpate de lo que esté en tu mano. Pues con la queja igual, si hay algo que te desagrada ocúpate de cambiarlo. Y si no está en tu mano, busca la forma en la que menos te afecte esa circunstancia y practícala.
Qué conlleva la queja
Si al hablar no has de agradar, te será mejor callar. Tambor en el cuento de Bambi
Parece mentira lo que se aprende con algunos cuentos infantiles. Esa frase que decía Tambor porque se la había enseñado su padre, se me quedó grabada desde que mis niños eran pequeños y veíamos Bambi unas cien veces a la semana. Y ¡qué verdad más grande es esa idea!
Si no vas a decir algo que aporte, o algo agradable, ¿sirve de algo decirla? yo creo que no. Pero es complicado no hacerlo porque parece que es divertida la negatividad en una conversación entre amigos o personas cercanas. E incluso nos reímos.
Pero ¿a que cuando conoces a una persona que es todo lo contrario y solo habla de cosas agradables y te valora tus logros, te comenta algo positivo tuyo, etc. te vas con una idea de esa persona como “buena gente”?
La queja cuando no se hace en el momento ni el lugar oportuno es un imán para más quejas, mientras más te quejas, más situaciones encuentras para quejarte. A lo mejor ahora no te lo crees, pero en el momento que te propones cambiarlo, te darás cuenta que no hay tanto de lo que quejarse. Parece que el mundo está contra ti, pero, en realidad, no es más que dejar de poner el foco en lo negativo.
Esto está muy unido a la excusa. Casi todas las quejas vienen del exterior a ti. No es muy normal que uno se queje sobre sí mismo, aunque llega un momento en el que de tanto quejarte no diferencias lo intrínseco de lo extrínseco.
Así que la persona quejica o quejosa domina la “Excusología”, y se pasa todo el día dando excusas por todo, es que, es que…
Al dejar de quejarte, buscas el origen de las circunstancias de forma más ajustada y real.
Esta mente quejosa te puede convertir en una persona víctima, que van dando pena alrededor y buscando la compasión de los demás. Es verdad que lo estoy llevando al extremo de la situación pero a que se te viene a la cabeza algún amigo o familiar así?
Cuando te quejas no tomas acción en tu vida. La gente que se queja continuamente deja que todo pase alrededor, sea bueno o malo, sin que ella actúe. Lo cual es lo contrario de tener una actitud positiva y asertiva en tu vida.
Las personas positivas llevan las riendas de su vida, unas veces mejor y otras peor pero no se dejan llevar.
Cómo podemos trabajar nuestras afirmaciones y dejar de quejarnos.
Pensarás que he pintado la situación muy negra o negativa, pero lo he querido exagerar para que te des cuenta que, esa actitud quejosa, la tenemos instalada en nuestros intercambios diarios como si fuera normal. Y sin embargo podemos aportar cada uno un granito de arena para que, aunque nos quejemos por algo, no sea una actividad generalizada.
Empezar parece difícil porque crees que no te vas a poder dar cuenta de lo que hablas, pero todo es proponérselo. Si yo estoy pendiente y enfocada en cómo hablo con cada uno que me encuentro en mi día a día, voy a ser más consciente de cómo hablo.
Al principio te recomiendo que lo escribas. Te será más fácil verlo. Si eres una persona muy quejosa, no lo verás como algo extraordinario, porque ya lo tienes interiorizado. Pero si empiezas a escribirlo verás de una forma más clara tu actitud. Y no te gustará.
Coge una hoja y un lápiz y escribe todo lo que hiciste ayer. Con quien hablaste, de qué hablasteis, si es que hubo alguna conversación que recuerdes y si fuiste quejosa en algo.
Si no fue así, invéntate quejas que normalmente dices en esas reuniones. Y las escribes. No nos damos ni cuenta pero es así.
Siguiente paso: señalizar cada queja que sale de tu boca. ¿Cómo?
Lo puedes hacer de distintas formas.
Recuerdo que cuando yo estudiaba un largo rato, me tocaba inconscientemente los granitos que nos salían en la cara por el acné juvenil, y me los ponía fatal, mucho más irritados. Pero no me daba ni cuenta y cuando menos me lo esperaba, ¡zas!, otra vez estaba liada con el acné.
Así que decidí que tenía que hacer algo. Descubrí que me iba bien “autocastigarme” y cada vez que me daba cuenta que me estaba tocando el granito, me pintaba una pequeña mancha con el boli en la cara. No sabes lo efectivo que era porque, ¡claro! tenía mucho más cuidado.
Te propongo algo así, pero en vez de pintarte la cara, que te tomarían por loca, por ejemplo puedes darte un pellizco en la mano tú misma, para que seas consciente que te estás quejando.
Intenta hacerlo sólo por un rato. Cuando vayas a tener un encuentro de poco tiempo con alguien proponte no quejarte en ese rato. Para mí sigue siendo muy efectivo el aquí y ahora. No te pongas metas grandes. Sólo en el siguiente encuentro.
Otra idea que vi por internet para cambiar tus afirmaciones de negativas a positivas es llevar un accesorio que te puedas cambiar de sitio cada vez que te quejas. Eso te hará ser más consciente de tus quejas y contabilizar las veces que lo haces. Puede ser una pulsera, el reloj, un anillo, incluso el bolso si lo tienes colgado en un hombro, pasártelo al otro por ejemplo.
Te darás cuenta al principio de la cantidad de veces que lo haces, y eso te ayudará poco a poco a bajar la frecuencia de quejas. Sin que te des cuenta, aprenderás a dejar de usar ese tipo de afirmaciones, sin tener que usar ese cambio de accesorio y lo harás simplemente pensándolo.
Conclusión
Tienes que plantearte el reducir las veces que te quejas en el día. Pero si no te enfocas es difícil conseguirlo.
Cada vez que nos entren ganas de quejarnos vamos a cambiar el chip.
¿Puedo hacer algo por esa circunstancia tan desagradable?
Sí: me pongo a ello.
No: … si al hablar no has de agradar, te será mejor callar.
Hay distintas formas de conseguirlo. Lo primero es ser consciente y poner el foco en algo que no sean las circunstancias negativas que nos rodean.
Siempre se puede mejorar y vas a ver muchos resultados.
¿Te consideras una persona quejica? ¿ Se te ocurre algún otro truco para traer al presente que te has vuelto a quejar?
Déjanoslo en comentarios, ¡nos encanta leerte!
Qué razón tienes, Sandra. Hay veces que no nos damos cuenta y la queja no nos deja disfrutar de todo lo bueno que nos da Dios.
Así es. Hay que dar gracias por todo lo que tenemos y si está en nuestra mano cambiar lo que no nos gusta, tomar acción pero no conformarmos con quejarnos y ya está. Un beso
Tienes toda la razón, Sandra, me ha gustado como lo planteas, y creo que me será de gran ayuda.¡gracias!
Muchas gracias María del Mar, entre todas podemos lograr un ambiente más positivo. Un beso
Ahora más que nunca es necesario que seamos positivos. Es verdad que una persona quejándose a todas horas es agotador.
Gracias Sandra.
Gracias Lola por tu comentario. Tienes toda la razón, y entre todas podemos ir cambiando el tono de nuestras conversaciones. Disfrutaremos mucho más así. Un beso