
Que todos tenemos discusiones de pareja no lo podemos negar, así que para mejorar esas discusiones de pareja, y también con tus personas más allegadas, hace falta tener en cuenta nuestras emociones y gestionarlas bien.
Casi siempre las discusiones vienen por falta de control ante lo que decimos, sentimos y expresamos, y ponemos a las emociones en un punto difícil de gestionar por la otra persona.
Además de eso, enfocar una conversación delicada o un cambio de pareceres desde lo que yo siento en vez de lo que tú me has hecho, hace que la situación vaya por mejor camino, que no se convierta en una discusión alterada de ataques y defensas.
Así que, ¿cómo lograr eso? ¿Que las emociones estén presentes pero de forma controlada? Voy a intentar ponerlo de forma práctica para que mejores tu bienestar en tu relación sentimental y de amigos.
La asignatura que falta en los años de colegio
Desde pequeños, en casa, nos han hecho ver que las emociones no se expresan, o al menos no demasiado: no se llora, no se grita, no te rías tan fuerte, no pongas esa cara, ¿te suena? y en cierto modo está bien. Nos van enseñando a controlar nuestras emociones, o al menos en público, y no ir por la vida como locos de expresión.
Pero lo que no nos han enseñado es a usarlas con la intensidad adecuada y de la forma correcta, así que yo siento que nos ha faltado una asignatura en el colegio como Habilidades sociales, o manejo de emociones, llámale como quieras. Que se dedique al desarrollo de las áreas del cerebro que gestionan las emociones, igual que se hace con el área de la lingüística, espacial, etc.
Nuestros padres, y nosotros como padres, lo hacemos con todo el amor del mundo, pero muchas veces nos equivocamos por falta de conocimiento.
Eso nos hace que muchas veces en nuestro día a día hablamos con el fin de tener razón, y no para expresar lo que me hace sentir esa situación o persona. Si hiciéramos eso, ¿no crees que habríamos tenido menos discusiones en general en nuestra vida, y en concreto con nuestros allegados, pareja, amigos, hermanos? Yo creo que sí.
Si prefieres puedes escuchar el episodio del podcast sobre las emociones
Hablar de lo que siento en vez de lo tú has hecho
Cuando digo que hablamos para tener razón, no me refiero a que sea negativo, por supuesto que la razón, si la tomamos como verdad o idea con fundamento, es lo ideal. El problema es cuando lo extrapolamos a una discusión en nuestra convivencia, ya sea con tu pareja, hijo, o cualquier conversación delicada con un amigo.
A lo mejor, llevas muchos años de relación con tu pareja y piensas que para ti es imposible que no haya discusiones. Y te entiendo, porque a todos nos pasa. Parece que, cuando pasan los años, no nos preocupa que la otra persona pueda sentirse dolida en los momentos de tensión y, lo que en los primeros años tratábamos con delicadeza, se va transformando en una costumbre habitual entre las parejas mayores ( al menos yo lo veía en mis padres, en mis suegros…)
No quiere decir que nos queramos menos, simplemente no nos ponemos en el lugar del otro y preferimos llevar la razón antes de intentar llegar a un acuerdo tácito de “no lucha”. Lo peor de todo es que ya no te das ni cuenta y es alguno de tus hijos el que dice “no discutáis más que eso no tiene importancia!” ¿Perdona? “si no estamos discutiendo, estamos hablando”. Jajaja ¿no me digas que no te pasa? ya no sentimos ni que discutimos, solo que es nuestra forma de hablar.
Ahora en serio, solo con un cambio de enfoque podemos conseguir cambiar la convivencia diaria y volver a cuando nos importaba que la otra persona no se sintiera mal.
El enfoque que te propongo es el del YO SIENTO.
¿A qué me refiero?
Pues que cuando tengas una conversación delicada en la que sabes que cada uno opina de una manera distinta, céntrate en decir cómo te sientes tú ante ese tema. Sea cual sea.
¿Qué consigues al hablar desde tus emociones?
Ponte en situación, piensa en cualquier discusión que hayas tenido recientemente e intenta reproducir la conversación en tu mente. ¿Cómo se planteó el problema? ¿Se basó todo en quién tenía la razón? ¿o hablásteis de lo que cada uno sentíais frente a ese tema?
Como ves, es cambiar ese enfoque del tema que vas a tratar desde lo que sientes. Al menos a mí me funciona, es verdad que parto de la ventaja que conozco un poco el cerebro, y su funcionamiento, pero la realidad es que cuando me ofusco y busco en mis discusiones algo que no sea expresar cómo me siento, no termina bien la cosa.
¿Qué conseguimos con eso?
Lo primero es tocar el corazón de la otra persona.
Cuando tú empiezas una conversación diciendo “mira, cuando pasa esto, siento que…, me siento…,” la otra persona se identifica con esa emoción para entenderte, y entiende lo que le dices.
Sacarlo de su actitud defensiva.
Si es algo que tenéis enconado, al hablarle de lo que hace de forma distinta a como tu querrías, se produce una respuesta defensiva por su parte, y entra el mundo de la excusología, que en ese momento no es lo que buscas. Porque no sirve de nada para solucionar el problema. Eso no pasa cuando cambias al enfoque yo siento.
Conseguir que se ponga en tu piel
Como consecuencia de tocar el corazón de la otra persona consigues aumentar su empatía. Aparece la función de las neuronas espejo ( que son la base de la empatía) y le ayudan a sentir lo que tú sientes.
Relajar la tensión del momento, ya que el tema seguro que es peliagudo
Seguro que te ha pasado alguna vez que quieres afrontar una conversación delicada con alguien pero te da miedo la tensión que sabes que se va a provocar debido al tema del que trata. Pues hablar de lo que sientes es una ayuda para que no haya tanta tensión en el ambiente.
Poner el foco en tus sentimientos y no en reproches.
Si empezamos una discusión enfocándonos en lo que la otra persona ha hecho en vez de lo que has sentido, terminamos en reproches uno con el otro y se hace mucho daño sin quererlo. Y además no sirven para solucionar nada. Así que si le das la vuelta a la situación y le quitas atención a esos reproches, llegareis antes a alguna solución.
Conclusión
Así que una vez planteado los beneficios y la diferencia entre una forma y otra, te invito a que lo pongas en práctica.
Que hables siempre desde lo que sientes, sea cual sea el interlocutor, en una conversación delicada o discusión de pareceres.
Que pongas el Yo siento por delante en algunas situaciones en las que sabes que pueden saltar chispas. Lo vais a conseguir afrontar de una forma distinta para los dos.
Y si no consigues que la otra persona cambie su enfoque, déjalo para otro momento en el que esté más receptiva. Hay veces que no es el momento.
¿Qué te parece el tema?¿ Te sientes identificada con las situaciones que describo? ¿Tienes alguna otra forma de gestionar las discusiones de pareja?
Déjanoslo en comentarios, ¡nos encanta leerte!