
Para vivir nuestro presente de la mejor manera solo tenemos que abrir bien nuestros sentidos y recibir mi realidad sensorial.
Pero cuando estás atravesando un momento de vida complicado, como el cáncer, ésto se convierte en una tarea casi imposible. Porque tu mente enfatiza y te recuerda tus momentos desagradables como si fueran lo único que vives en el día.
Y se nos olvida cualquier momento bonito de tu presente.
Por eso tenemos que reafirmarnos en que nosotros dirigimos a nuestra mente ( si no leíste esta entrada te la recomiendo)
Vamos a verlo de forma más detallada y al final tú tendrás la elección de intentarlo o no.
Ignoramos el presente cuando nos encerramos en nuestra mente
Lo que estamos viviendo a través de lo que vemos, oímos, tocamos, olemos e incluso saboreamos, es nuestro presente. No hay más.
Por supuesto tu realidad sensorial lleva su carga emocional.
A veces un olor te trae un recuerdo de tu infancia. Un sabor te lleva a momentos de charla en la cocina de casa. O estamos compartiendo ese momento con alguien que nos provoca cualquier emoción.
Pero una cosa es eso y otra es ignorar lo que la realidad nos ofrece por estar centrados en lo que nuestra mente quiere que interpretemos.
En las situaciones de enfermedad esta dificultad se acentúa. Esa idea de “estoy pasando por un cáncer que me amarga mi realidad” quiere teñir todo lo que la vida te ofrece a través de los sentidos.
Y tienes que intentar que tu mente no gane esa batalla. Bastante tienes con estar fuerte físicamente para afrontar los tratamientos, como para encima tener un enemigo en tu interior que te pone zancadillas.
Aprender a disfrutar los micromomentos
Volviendo a la idea de no teñir de cáncer todo tu día, puedes dividirlo en pequeños momentos.
De esos momentos los habrá malos o desagradables, claro que sí. Algunos que no te apetece que pasen, que te llenan de dolor o de incertidumbre debido a los tratamientos o a la propia enfermedad. Esos que no están bajo tu control, que yo les llamo momentos de dejarte llevar.
Si quieres puedes ofrecerlos por algo, o simplemente esperar que pasen porque son insufribles.
Pero incluso tomándolos con una mente en calma se pasan mejor que estando estresada o luchando contra ello.
Pero también tendrás momentos en el día que yo les llamo de seguridad. Son momentos en los que el cuerpo está en calma. Donde no existen efectos secundarios momentáneos, ni dolor apenas.
A lo mejor son muy pequeños, ya lo sé. Pero tienes que agarrarte a ellos.
Son los que te dan energía para afrontar los otros.
Y bajo ningún concepto tenemos que ignorarlos.
Una charla con una persona querida, un paisaje que tengas delante, una infusión calentita que te han hecho con mucho amor.
Esos son los momentos de seguridad que tenemos por delante ahora mismo.
Y tenemos que aprender y trabajar para disfrutarlos en cualquier momento de nuestra vida. Pero ahora más.
Aumentar la gratitud
Un ejercicio muy bueno para aumentar el disfrute de esos momentos es trabajar la gratitud.
Dar gracias cada vez que tenemos un momento agradable se convierte en transformador en nuestra situación de enfermedad.
Eso es lo único que tiene fuerza para luchar con tu enemigo interior que quiere teñir de tragedia tu vida.
Tu vida ahora mismo está en manos de tus médicos, de tu tratamiento, de los avances científicos. No hay más.
Pero tu presente cotidiano es algo más pequeño, más de andar por casa.
Así que podrás descubrir muchas cosas por las que dar gracias. Y no quiero pecar de exceso de optimismo. No es eso.
Es elegir tu actitud ante la vida.
Es decidir que la vida no se divide en estar sano o estar enfermo. Porque entonces es normal que te dejes llevar por tu mente.
Solo te propongo que pruebes la gratitud ante pequeños momentos en el día y luego me cuentes.
Te dejo el link a una plantilla que he hecho para llevar un diario de gratitud. Puedes descargártela e imprimirla cuantas veces quieras. Ya sabes que siempre recomiendo escribir todos los días. Y en este momento de tu vida más.
Haz un diario para sacar de tu interior todo lo que te hace sentir mal, lo que parece un gran monstruo que te está machacando la vida.
Y conviértelo en tu realidad sensorial. Lo que he vivido hoy a través de mis sentidos. Notarás un gran cambio.
Conclusión
Tu presente, ahora más que nunca, debe centrarse en la realidad sensorial.
Tendrás momentos que no te gustarán, por supuesto, pero también tendrás pequeños momentos que no puedes dejar pasar.
Teñir tus momentos cotidianos de una realidad mental, como es el vivir enfermo de cáncer, no te aporta nada.
Mejor sentarte cada día y agradecer cada pequeña cosa que tus sentidos te ofrecen. Empieza aunque sea obligada, como si fuera una medicina que te manda tu médico.
Es la mejor receta para tu salud mental.
¿Te sientes capaz de dar gracias en estos momentos?
Déjanoslo en comentarios, ¡nos encanta leerte!